La falta de agua en el Himalaya indio significa que "las aldeas están muriendo y las tradiciones se están perdiendo".

El antiguo monasterio budista de Phuktal, uno de los más aislados del mundo, se alza sobre los acantilados de Zanskar, en el Himalaya indio, a una altitud de 4.000 metros. Por debajo fluye el Tsarap, un río de color azul turquesa a principios de junio. Se llega a este lugar tras una caminata de una hora y media a través de las montañas rocosas, por un sendero más apto para cabras montesas que para humanos, pero el esfuerzo se ve recompensado rápidamente. El monasterio, fundado en el siglo ^XIV , por un erudito llamado Pagpa Sherap, tiene una configuración única: está construida en parte en una cueva, de ahí su nombre “cueva de la liberación”.

Bajo el techo abovedado, la sala de oración alberga pinturas y estatuas de casi siete siglos de antigüedad y, sobre todo, un tesoro invaluable: reliquias de Buda. Los visitantes también descubrirán otra curiosidad: un tambor hecho de piel humana, no de yak; se dice que algunos creyentes donaron sus cuerpos a la comunidad. El monasterio troglodita, compuesto por una red de edificios de tierra y madera, ha resistido milagrosamente el paso del tiempo, los incendios e incluso los ataques mogoles. En la «sala del protector», la comunidad incluso conserva las armas de uno de los atacantes en una caja secreta.

Los 70 monjes que vivían allí, aislados durante todo el invierno, creían estar a salvo cuando, el 5 de febrero, los despertó el sonido de una explosión. Eran apenas las 4:30 a. m. Una sección entera de la cueva acababa de derrumbarse sobre la sala principal de oración, abriendo un agujero. El techo y el viejo suelo de madera. Más abajo, la habitación donde almacenaban provisiones para el invierno estaba sepultada bajo los escombros.

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